Ya se marchitaron las flores que inundaron los cementerios de El Salvador durante el Día de los Difuntos, pero en algunas tumbas persiste un novedoso tributo, imperecedero y original: un código QR que, una vez escaneado, muestra una galería multimedia con imágenes de “quien en vida fue”.
22 noviembre 2021 |
Es como armar un altar doméstico que puedes llevar a donde sea en tu bolsillo, incluso al mismísimo camposanto: basta un dispositivo móvil con lector QR, la versión moderna del código de barras que se ha popularizado en El Salvador como una alternativa para evitar que varias personas toquen una misma superficie.
Meza comenzó con una evocación a su tía Ana Lilian Chacón, una bibliotecaria a la que amaba como una segunda progenitora. Después armó otro para su abuela Simona “Mamá Tere” Chacón. Ahora lo hace para quien se lo pida, una especie de“homenaje más eterno para los seres queridos, que traspasa fronteras».
Si bien Meza es pionero de este servicio en El Salvador, en países como Japón ya existe la práctica de identificar las lápidas con códigos QR. Y lo que concibió a modo de tributo personal para sus mayores, se convirtió en una oportunidad de negocios que, de cierta manera, se beneficia de las restricciones asociadas a la emergencia sanitaria.
De hecho, este año la Alcaldía de San Salvador dejó bien claras las reglas para cumplir con la tradición guanaca de limpiar y enflorar tumbas, contratar mariachis para cantarle a los muertos o comer hojuelas con miel de panela: solo dos personas por núcleo familiar, nada de alguien ajeno, uso de mascarilla y distanciamiento social.
Aunque fue concebida para el Día de los Difuntos, esta iniciativa tiene potencial cultural e incluso turístico: se hacen visitas guiadas para ver dónde están enterradas algunas personalidades nacionales, conocer su historia, calcular cuánto vivieron o ver arquitectura y arte funerario. Algo macabro, pero para gustos, los colores.