Diablo Rojo, de la realizadora local Sol Moreno, es la primera película panameña de terror que irrumpe hoy en las salas de cine, en un año caracterizado por una fructífera producción nacional.
21 septiembre 2019 |
Su título evoca los viejos y pintorescos buses decorados con nombres o rostros de mujer, personajes famosos y religiosos que transitan por las calles de esta capital, en una suerte de galería de arte popular.
La cinta cuenta la historia de un chófer, que acompañado de su asistente, dos policías y un sacerdote, debe enfrentar los ataques de brujas y otras criaturas durante su habitual recorrido, en medio de escenas humorísticas que recuerdan filmes como el estadounidense Zombieland (2009) o el cubano-español Juan de los Muertos (2012).
A juicio de los especialistas, entre los elementos más sobresalientes del largometraje están los efectos visuales, el maquillaje y la banda sonora, que ambientan la casi interminable noche de los personajes, mientras circulan sin dirección certera a bordo de este bus del terror, el cual resulta una especie de refugio para ellos.
Diablo Rojo cuenta con la actuación de Natalia Beluche, Julián Urriola, Alejandra Arauz, Renán Fernández, Leo Wiznitzer, Edy Blas Valois y Carlos Carrasco, un actor panameño que desde los años ochenta del pasado siglo trabaja en diversas producciones cinematográficas en Hollywood.
El filme también recoge muchos elementos de la cultura panameña como las leyendas y cuentos de terror más emblemáticos del interior del país, heredados a través de varias generaciones.
Vale destacar que durante los últimos meses, la gran pantalla fue testigo de los estrenos nacionales de Locos al poder (2019), dirigida por Juan Zelaya, y Todos Cambiamos (2019), de Arturo Montenegro, la cual está nominada por Panamá a los premios Oscar en el apartado de Mejor película extranjera.
En declaraciones recientes a Prensa Latina, la presidenta del Festival Internacional de Cine de Panamá, Pituka Ortega, aseguró que actualmente el séptimo arte istmeño busca construir una identidad nacional y abrir más oportunidades a los cineastas.
Al respecto, en los últimos 15 años la industria cinematográfica panameña muestra un desarrollo en positivo, reflejado en la participación cada vez más creciente en certámenes competitivos alrededor del mundo y en el número de set de filmaciones locales que sirven de escenario para largometrajes y series exitosas como La casa de papel.